martes, 1 de septiembre de 2015

Domingo.


La luz se cuela por la ventana
 
se despide terminal el invierno. 

He sufrido la semana 

la migraña,

la renta y la cocina. 

Desde el viernes empiezo a desaparecer 

traslúcida  

como la ventana.

Ese ultimo día 

de carcajear tan fuerte como pueda,

cruzar la 9 de Julio con bolsas de mercado

y decir malas palabras alguna vez. 

Domingo cariño, 

Solo somos domingos.

martes, 18 de agosto de 2015

Tinta de café.



Si busco un mapa  y descubro manchas de café
puedo explorar territorios y autoproclamarme colonizadora  
Montañas beteadas, archipiélagos de tinta  
aroma de casa y un viejo colador.  
Naciones acuareladas por la taza que derrama
y marca orbes sobre el papel.  
De la siembra de aquel grano 
al tostado, la molienda y los Andes  
de la carretera al sorbo plácido  
El recuerdo, la niebla y la calma.  


Nota: al dibujar el mapa de Maracaibo al lado del de Buenos Aires me dí cuenta que no solo son ciudades puerto, sino que sus aguas se encuentran igualmente a su derecha, este, oriente. - Que locura venir a entenderlo a 10 meses de mi llegada.-

domingo, 26 de julio de 2015

Domingo de julio.


No solo el invierno es una primera vez, no solo absorber la noche como territorio, flotar en un placebo de libertad. Habrá que intentar algo nuevo cada día, tomar un trago a lo desconocido y gritar por la madrugada iluminada con pantallas leds y semáforos. Habrá que escuchar las pequeñas voces subversivas que me recorren los poros y hacer equilibrio con la moral (esa sucia moral) para no caerme de la bici. Habrá que traicionarse a si mismo algunas veces y habrá que redimirse y hacer las paces, dar mil vueltas a un asunto en la cabeza hasta el mediodía siguiente y despedazar todo con una nueva opinión. Habrá que crecer en una forma distinta a la que creímos posibles y entregarnos a los miedos para que nos devoren y convertirnos en nuevos caníbales. Habrá que sentir el placer de todas las primeras veces que estan por venir.

miércoles, 3 de junio de 2015

Crónicas migratorias: 2. Trayectos.

No recordaba con certeza como era llorar sobre el teclado y frente a la pantalla luminosa de un cuadro de texto en blanco, esos días del 2005 -cuando no sabía nada del futuro y la soledad adolescente habría sido el mensaje de varias de mis camisetas pintadas a mano- se habían desvanecido en algún punto de la carretera entre Caracas y Maracaibo. Ahora en mis medios veintes con la esperanza de tener un mapa mas resuelto, solo tengo una maleta, una cámara y una maquina de coser, poesía en una vida austera de inmigrante.



A veces el día empieza con un inventario de objetos por extrañar, gente, gestos, caminos y situaciones, sabores de comida casera y voces lejanas; otras veces el día termina con las promesas incumplidas de no desperdiciar la semana y lanzarse sin miedos sobre en futuro escurridizo, de cualquier modo, me asomo por la ventana frente a la avenida a ver personas cruzar por el Obelisco y cavilar con las luces de la ciudad.


A las 6:30 a.m. despierto y abro solo un ojo dirigido al tramo de la ventana donde la cortina siempre queda abierta, trato de cerciorarme de que esas luces azules son las pantallas de la 9 de Julio y que no amanece todavía, quedarme con los pocos minutos que aun me pertenecen. Estaba soñando que paseábamos por la feria de la Chinita, tu comprabas cotufas para Gaby y para mi, Patty siempre prefería una frondosa nube rosa de algodón de azúcar. Acá le llaman pochoclo, lo sabías? No creí que hubiera nombre mas gracioso que gallitos para el popcorn.

Por las mañanas tomo el subte rojo, esa gran B que pasa por debajo del Obelisco como un gusano en una manzana agujereada por dentro. La justa mitad de mi trayecto tiene un detestable olor a pollo frito entre sus trazos de colores, asi la estación Pueyrredon me recuerda vagamente a Maracaibo. Transpolar un viaje tan corto entre ocho estaciones subterraneas a una ciudad del Caribe es casi cotidiano.

Es como si al cruzarse dos trenes, uno vía Juan Manuel de Rosas y otro con destino a Allem, se habría alterado la continuidad del tiempo y el espacio y una dimensión extra viniera a sentarse en el mismo vagón que yo. Abrir un libro con la intención de buscar esa cita que hace días hubiera leído y no poder encontrarla, ojear rápidamente el capítulo 28 y volver a la realidad donde ya he pasado mi estación y tener que volver a Malabia a toda costa antes de las 9 en punto. 


viernes, 17 de abril de 2015

Autorretrato.


Por consecuencias de la huida, de la crisis y el sin tiempo, había olvidado el placer del autorretrato. He regresado a mi Nikon vieja y leal.


lunes, 6 de abril de 2015

Crónicas Migratorias: Mes Nº 6.

La llegada al aeropuerto tuvo olor a pastelitos de papa y abrazos tempraneros. Hace dos semanas ya que estoy en la capital argentina y siento cada vez menos ese limbo ideológico que me planteaba este movimiento migratorio.
Aquí en Buenos Aires la gente duerme poco, quizás por la cantidad de café que toman o por el azucar que consumen a diario. El café es sabroso, pero aún no me sabe a hogar, supongo que eso lleva tiempo, asi como conseguir un apartamento decente por unos pocos miles de pesos.
En Maiquetía la obra de Cruz Diez ya es un símbolo de partida, a veces quisiera preguntarle que opina de eso, él también fue un inmigrante y terminó por hacer vida en otro país; quien sabe cuantas despedidas habran sucedido sobre ese piso... Pienso como habrán sido sus despedidas, su proceso de desapego, escucho su voz tan venezolana, nada afrancesada respondiendome en una conversación imaginaria con la acompaño la caminata al trabajo.
En una
de las decenas de Mc Donalds que se esparcen por la Av 9 de Julio tomaba un café para esperar que se hicieran las 18 y firmar contrato para ingresar, este apartamento que ha sido una cápsula para nosotros en el centro del medio, en pleno caos de la ciudad de las furias. La ventana principal da a la calle Corrientes y desde allí se puede ver el Obelisco y las luces que lo rodean. Sies meses que no pasan en vano, libros que van y vienen, ascensores de puertas manuales y el piso de madera como una pista de baile.
En mi primera semana en el país, escuchando en la universidad a una chica hablar de coolhunting que comentaba sobre su experiencia en Barcelona, recordé que en la película Guelcom los protagonistas se debatían entre irse o quedarse en Argentina, por aquello de crecer o irse a probar suerte, ellos también se fueron a España. Entonces los venezolanos nos venimos a Argentina buscando un mejor futuro, los Argentinos se van a España porque la crisis en su país les parece insufrible o porque se cansaron de los mismos lugares, la misma gente, la misma ropa y los mismos bares, los españoles se sienten agobiados de su sistema monarquico desentonado con la postmodernidad y van a Estados Unidos, por ejemplo, y los norteamericanos en plena recesión deciden mudarse a Colombia, quizá Costa Rica o Brasil, por que es un paraíso tropical. Ver la ironía entre la percepción de cada ciudadano en esa carrera evolutiva  migratoria, me lleva a razonar que tal ves no se trate de mudarse a otro país, sino de entendernos como individuos pero también como ciudadanos del mundo.
Dicho esto, me preparo para el invierno, vivo la rutina del subte y me dejo llevar por esos ruidos de metrópolis a los que no estaba acostumbrada pero me resultan hasta románticos.
Estan son mis crónicas, anacrónicas, compartidas.





jueves, 25 de diciembre de 2014

Tarde de diciembre


Son tiempos de cambios los que vivimos, 
son noches tranquilas que a veces traen incertidumbre. 
En el sur los días de diciembre son largos, 
cada tanto acompaño el café con un par de lagrimas.
Talves nos volvimos locos al huir, 
no tenemos nada, no somos nadie
llegamos al numero 0.
Amarilla la tarde a las 8 de la noche
agradezco la experiencia del desapego.
Empezamos una nueva historia.